:Narrativas Relevantes.

En el Caribe lo hacen mejor

América Latina verá en 2023 a la mitad de sus 20 países gobernados por la izquierda. Este giro político contra lo establecido representa una oportunidad única para que República Dominicana, gobernada por un empresario, consolide su posicionamiento como un destino preferido para hacer negocios. 

Mientras que algunos de los países latinoamericanos ganados por la izquierda enfrentan graves problemas de institucionalidad, transparencia, inflación, corrupción, autoritarismo y polarización política, República Dominicana -sin estar exento de ellos-tiene un clima político, social y económico más estable y más amigable para los inversionistas.

Las tensiones políticas en Argentina, Chile, Brasil, Colombia  y, por supuesto, Venezuela – complican el clima de negocios de los cinco grandes de Suramérica. Mientras tanto, pequeños países del Caribe y Centroamérica, como República Dominicana, Costa Rica y Panamá, tienen un clima político más apacible y, en consecuencia, un clima de negocios más atractivo.

Mirada a Suramérica, de punta a punta

Empezando por el extremo sur, a la perenne crisis Argentina se suma un nuevo episodio al terminar este año: la reciente condena a seis años de cárcel dictada en contra de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, la verdadera líder de la izquierda gobernante en la tierra del tango. La ex presidenta, acusada por corrupción en los períodos de gobierno de ella y de su marido, mantiene un enfrentamiento público con el debilitado presidente Alberto Fernández y es probable que vuelva a ser la candidata presidencial en 2023. Por si fuera poco, el gran país suramericano está terminando el año 2022 con una inflación interanual del 100%, un peso devaluado y diez tipos de cambio diferentes.

En Chile, la división, la radicalización y la polarización entre la izquierda gobernante y la derecha opositora hace casi imposible el diálogo político productivo. En Brasil, la mayor potencia económica del subcontinente, el resurgimiento del presidente electo Lula da Silva no debería espantar a nadie, ya que sus credenciales como gobernante son conocidas. El misterio y el riesgo vienen de la ultraderecha derrotada, que, contando con la mitad de la población, aulla acéfala,  lanzando rugidos y zarpazos en las calles, ante la extraña ausencia del liderazgo del ex presidente Jail Bolsonaro, a quien apenas se la ha visto después de perder las elecciones frente a la coalición multicolor encabezada por Lula. 

La evolución del gobierno izquierdista de Gustavo Petro en Colombia aún está por verse. Con alta inflación, muchas heridas de guerra por sanar, el exuberante país rico en recursos naturales tiene un gobernante abiertamente contrario a las industrias extractivas, a pesar de que su producción petrolera ha crecido hasta superar a la icónica producción venezolana. Para poder cumplir sus promesas a los más pobres, Petro deberá lograr la aprobación legislativa de una  reforma tributaria que tiene muchos opositores. 

Perú tiene una economía que no ha parado de crecer en décadas, a pesar de su crónica crisis política protagonizada por presidentes que terminan prófugos, encarcelados, procesados judicialmente o quitándose la vida. Su insólito récord de inestabilidad política, con seis mandatarios en seis años, alcanzó un punto de quiebre este diciembre, cuando el entonces presidente, el  hoy detenido Pedro Castillo, intentó cerrar el  congreso e instalar un gobierno de emergencia. Perú inicia 2023 con la peor coyuntura de incertidumbre después del fujimorazo de 1992: una presidenta interina, protestas en las calles, un  estado de emergencia, una reforma constitucional hecha de prisa y una convocatoria para elecciones anticipadas en abril de 2024. 

En Bolivia también la política es de alto voltaje. El gobierno de izquierda liderado por el economista Luis Arce está encarcelando a opositores,  acusándolos de golpistas  por su participación en la crisis de 2019, cuando Evo Morales renunció a la presidencia y se exilió en México, alegando luego haber sido víctima de un golpe de Estado. Desde entonces, los debates entre los legisladores oficialistas y opositores han derivado ocasionalmente en enfrentamientos físicos y ha habido protestas callejeras durante meses, lideradas por los cocaleros y los opositores, especialmente en el departamento de Santa Cruz, considerado el principal bastión opositor y el motor económico del país. A pesar de estos problemas, la economía boliviana sigue siendo fuerte, muestra de sus músculos es que este año, cuando la inflación ha azotado al mundo entero,  Bolivia ha tenido la inflación más baja de América Latina. Detrás de este «milagro», hay controles del tipo de cambio y de las exportaciones, endeudamiento externo y el uso de las reservas internacionales para subsidiar los combustibles y otros productos de la canasta básica.

Gobernada por un empresario, Ecuador libra sus propias batallas, con una criminalidad cada vez más cruel y creciente, impulsada por el narcotráfico, las bandas locales y las provenientes de Venezuela. Ha habido este año varios momentos en que el estado de excepción ha regido en distintas provincias. En febrero próximo habrá un referendo nacional para decidir cómo enfrentar algunos de estos problemas, y se pronostica que el presidente Guillermo Lasso ganará esta partida electoral. 

Paraguay es un país donde el partido que le sobrevivió al dictador Alfredo Stroessner tiene más de 70 años gobernando a una población que padece una alta tasa de analfabetismo y donde el 30% subsiste en la pobreza. El que sí es una estrella reluciente es su vecino Uruguay. Con independencia de que gobierne la izquierda o la derecha, este pequeño oasis latinoamericano avanza sin ruidos y sin pausas desde que comenzó el siglo 21, consolidando sus logros en materia de institucionalidad, derechos humanos, innovación energética, turismo, medioambiente, salud y educación. 

Al norte, “México lindo” sigue siendo atractivo para los negocios. Después de cuatro años de gestión, la popularidad del presidente mexicano Manuel López Obrador sigue sólida. Aún le queda un año más de gobierno y se espera que unja a algún alfil de su partido para sucederle en 2024. AMLO ha logrado pasar varias reformas constitucionales para asentar el “estado del bienestar”, y su gestión transcurre sin grandes sacudidas para la actividad empresarial. 

Un vistazo a Centro América y El Caribe

Cuba y Nicaragua, con dictaduras de izquierda, no cuentan en una competencia de libre mercado. El Salvador, con una “dictacracia” con respaldo popular, destruida la poca institucionalidad que tenía y experimentando con la imposición del bitcoin, no es un destino donde los inversionistas prudentes quisieran probar suerte. Honduras, sin rumbo visible, cierra el 2022 y abre el 2023 con un estado de excepción que suspende las garantías institucionales de los ciudadanos, imitando “el modelo Bukele” para combatir el crimen organizado. Guatemala, penosamente, sigue siendo noticia internacional por casos de violencia, narcotráfico y corrupción política. 

En medio de este panorama, con mayor estabilidad política y social, instituciones democráticas más fuertes, economías en crecimiento sostenido y un mejor clima de negocios que los gigantes de Suramérica y sus vecinos de la región, destacan por sus condiciones como destinos para invertir y hacer negocios tres pequeños países del Caribe y Centroamérica: República Dominicana, Costa Rica y Panamá.  

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