¿QUÉ ES UN HÁBITO? es una rutina o conducta que se practica con regularidad y, en muchos casos, de manera automática
“El éxito es el producto de nuestros hábitos cotidianos no de transformaciones drásticas que se realizan una vez en la vida”, expresa James Clear, en su libro «Hábitos atómicos«.
Tus resultados son los indicadores reactivos de tus hábitos. La cantidad de dinero que posees es un indicador reactivo de tus hábitos financieros. Tu peso actual es un indicador reactivo de tus hábitos alimenticios. Tu conocimiento es un indicador reactivo de tus hábitos de estudio. El aspecto de tu casa es un indicador reactivo de tus hábitos de orden y limpieza.
Al final, obtienes lo que repites y son las pequeñas batallas que ganas cada día las que definen tu futuro.
Sobre ese particular, James Clear comparte un consejo interesante: mejor sistemas que metas. ¿Cuál es la diferencia entre metas y sistemas? las metas son los resultados que quieres obtener. Los sistemas son los procesos que sigues para alcanzar esos resultados.
Cuando logras alcanzar una meta, tu vida cambia únicamente durante un momento. Esa es la paradoja de las mejoras. Lo vemos con quien lleva dietas para adelgazar: baja de peso con la dieta, pero luego vuelve a “ganar” el peso perdido y a veces más.
Pensamos que debemos cambiar los resultados pero los resultados no son el problema. Lo que realmente necesitamos cambiar son los sistemas que nos llevan a tener esos resultados. Cuando resuelves problemas a partir de los resultados, solamente los resuelves de manera momentánea.
Para que logres una mejora perdurable, debes resolver los problemas a partir de los sistemas. Arregla los sistemas y los resultados se arreglarán por sí mismos. Si cambias de hábitos alimenticios, bajarás de peso y te mantendrás en el peso deseado para toda la vida. Esa es la diferencia con las dietas.
Cuando te enamoras del proceso más que del producto final, no tienes que esperar hasta el desenlace para permitirte ser feliz. Puedes sentirte satisfecho y feliz siempre que tu sistema esté funcionando.
Un cambio en la autopercepción te lleva a otros hábitos
La mayoría de las personas comienzan el proceso de cambiar sus hábitos enfocándose en aquello que quieren alcanzar. Esto los conduce a hábitos que están basados en metas o resultados. La alternativa apropiada es construir hábitos basados en cambios de identidad.
Con este planteamiento empezamos por enfocarnos en quién queremos llegar a ser.
Imagina a dos personas que están tratando de dejar de fumar. Cuando se le ofrece un cigarro a la primera persona, dice: «No gracias, estoy tratando de dejar de fumar». Suena como una respuesta razonable, pero esta persona todavía cree que es un fumador que está tratando de llegar a ser una persona distinta. Está esperando que su conducta cambie mientras sigue manteniendo las mismas creencias. La segunda persona rechaza el cigarro diciendo: «No gracias. No soy fumador». Es una pequeña diferencia, pero esta afirmación indica un cambio en la identidad. Fumar era parte de la vida anterior de la persona, no de su vida actual. Esta segunda persona ya no se concibe a sí mismo como fumadora.
Una vez que tu orgullo se involucra, naturalmente luchas con uñas y dientes para mantener tus hábitos.
Clear cuenta en su citado libro el testimonio de una persona que habitualmente se mordía las uñas. Un día va a la manicurista, que tras arreglarle las uñas, le descubre una cualidad: “¿Sabes qué? , le dice. “Tienes lindas uñas”. A partir de verse y saberse con lindas uñas, la persona jamás volvió a ceder a la tentación de mordérselas.
La manera más práctica de cambiar quién eres, es cambiar lo que haces. Se trata de un simple proceso de dos pasos: 1. Decide qué tipo de persona quieres ser. 2. Demuéstratelo a ti mismo mediante pequeñas victorias continuas.