Innovación en una empresa grande y vieja
Innovar en una empresa grande es tan difícil como doblar en un camión de 18 ruedas. Por eso, tiene tanto mérito lo que les voy a contar sobre el diario inglés más respetado del mundo.
En su historia de casi 200 años, The Guardian ha dado varios golpes de giro, que al día de hoy lo hacen el medio sajón que más historias de impacto global ha destapado en los últimos años, como por ejemplo las revelaciones de Snowden y de los Wikileaks sobre cómo Estados Unidos espía a personalidades y otros estados; el desenmascaramiento de News of the World que hizo desaparecer al periódico sensacionalista más exitoso de Gran Bretaña, y el escándalo Panama Papers, por solo citar de memoria algunos historiones que le han dado la vuelta al mundo. Esta semana, para no ir más lejos, acaba de destapar un informe secreto que revela que 10 compañías de energía son las responsables de la tercera parte de toda la contaminación global
La primera vez que The Guardian dio un gran golpe de giro fue en 1938, cuando sus propietarios, en un gesto de increíble amor por el periodismo independiente, entregaron el diario a The Scott Trust, una suerte de fideicomiso cuya única misión es garantizar la sostenibilidad económica del diario y, de esta manera, garantizar que funcione libre de injerencias económicas y políticas.
The Scott Trust es una organización sin fines de lucro que no interviene en la gestión comercial ni en la gestión editorial de The Guardian. Solo toma decisiones de inversión que rentabilicen el patrimonio del medio y decisiones estratégicas del más alto nivel.
Desde entonces, desde 1938,The Guardian no tiene dueño, en el sentido tradicional del término, sino que se debe exclusivamente a la sociedad. Es un medio gestionado por periodistas y opera con una concepción del periodismo como servicio público. Una parte significativa de sus ingresos los reinvierte en la capacitación y reclutamiento de periodistas.
El otro gran golpe de giro -también podría decir giro de golpe- The Guardian lo hizo en 2015, reinventándose como una plataforma digital global financiado por lectores de todo el mundo que aportan microdonaciones masivas y suscripciones que van desde unos cinco en adelante.
En realidad, los lectores donantes y suscriptores de pago no aportan fondos para poder acceder a un periodismo de altísima calidad con carácter de exclusividad, como hacemos los contribuyentes de The Correspondent, sino para garantizar que se publique información periodística absolutamente independiente, a la que todo el mundo puede acceder. De ahí, el acertado eslogan de The Guardian, que me encanta: “disponible para todos, financiado por los lectores”.
El crowdfunding, o pequeñas donaciones masivas a través de Internet, y operaciones de fideicomiso son cosas que ya podemos hacer también en República Dominicana para financiar un periodismo independiente que se deba exclusivamente a sus lectores.
En realidad, tanto el crowdfunding como el fideicomiso sirven para realizar tantas innovaciones como ingenio, creatividad y voluntad tengamos los ciudadanos.