El periodismo ha estado preñado de fracasos, incertidumbre y cambios acelerados desde la irrupción de Internet, hace ya un cuarto de siglo. Cuando se habla de la industria periodística, se dice que Internet destruyó un modelo de negocios que no hemos sabido reconstruir.
En la industria periodística, probablemente más que en ninguna otra que haya sobrevivido o se haya reinventado bajo el impulso de la tecnología, hay pocos modelos de negocio que sean autónomos y autárquicos.
Dicho de otro modo, hay pocos modelos de negocio periodísticos en los cuales se ejerza la profesión con independencia, al tiempo que la empresa resulte sostenible y, en el mejor de los escenarios, rentable.
Los productos de audio han reverdecido en los últimos años y hasta hace poco la televisión había soportado bien el embate de Internet, pero lo impreso ha venido padeciendo una prolongada agonía desde hace 25 años.
Lo digital, en cambio, es muy variable: lo que hoy funciona ya no funcionará el año próximo, lo que funciona en los países ricos no funciona en los países pobres y lo que funciona para un diario no necesariamente funciona para otros.
De manera que tenemos más preguntas que certezas en torno al futuro del periodismo y de la industria periodística. Sí sabemos, eso sí, que, pase lo que pase, ese futuro estará determinado por lo digital, lo móvil y lo compartible.
En el mercado periodístico, el 75% de los usuarios digitales consumen las noticias en el móvil y el 25% en la tableta. La mayoría lo hace en el inodoro y el segundo lugar preferido es la cama, según las incomparables investigaciones globales Digital News Report, de Reuters Institute.
Esta es la razón por la que los editores audaces deberán producir contenido noticioso pensando primero en el móvil y luego en cualquier otro soporte, y no al revés, como inexplicablemente aun ocurre con las infografías y otros contenidos que demandan un alto nivel de laboriosidad para explicar la realidad.
Los productores de contenidos que conozcan el comportamiento de los usuarios deberán facilitarles compartir el contenido total o fragmentado. Sin embargo, aún me topo con excelente contenido periodístico que resulta muy difícil o imposible de compartir desde el móvil o que no puedo compartir de forma fragmentada, si así lo quisiera.
Quienes siguen trabajando contenido, incluso excelente contenido, sin facilitar partirlo y compartirlo, olvidan que hoy día la opinión pública no se configura con lo que se publica, sino con lo que se comparte.